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miércoles, 22 de febrero de 2017

Esperando el fin del mundo

 
 
Hace poco que empezó a emitirse en España la segunda parte de la 7ª temporada de The Walking Dead y, mientras veía el episodio en cuestión, me puse a reflexionar sobre lo que me atraía tanto (y no sólo a mí) de dicha serie como para mantenerme enganchado a ella tanto tiempo . Y no es por los zombis. Es por el paisaje. Me explico: mientras miraba una de esas escenas, tan habituales en la serie, en las que se ve un paisaje urbano desolado, con edificios vacios y sus ventanas rotas, vegetación agreste surgiendo por las grietas del asfalto, con coches oxidados abandonados en las cercanías... tenía muy claro que lo que más me gustaba de la serie es que transcurre tras el fin del mundo. O, mejor dicho, tras el fin del mundo que actualmente conocemos.
 
 
 
Algo deben tener las historias que transcurren en entornos apocalípticos para que me (nos) fascinen tanto y se hayan puesto tan de moda en los últimos tiempos y, en mi caso al menos, creo saber lo que es.
 
Por un lado, creo que muchos de nosotros tenemos claro que este mundo en el que vivimos, en líneas generales, está mal, muy mal hecho. Basta ver las noticias cualquier día para darse cuenta de ello: vivimos en un mundo donde las desigualdades sociales y económicas (normalmente ligadas las unas a las otras) campan a sus anchas y lo peor de todo es la sensación no sólo de que no tienen remedio, sino de que la cosa va a más. Está claro que en algún momento de nuestro desarrollo histórico nos equivocamos garrafalmente, tomamos la decisión evolutiva equivocada y por eso estamos donde estamos. Os recomiendo encarecidamente la lectura de dos libros muy interesantes: Sapiens (de animales a dioses), de Yuval Noah Harari y Capitalismo canalla. Una historia personal del capitalismo a través de la literatura, de César Rendueles. Muy clarificadores al respecto.
 
 
 
Visto lo visto, es normal que, en muchos de nosotros exista una pulsión irracional, a lo Fernando Fernán Gómez, de mandar todo a la mierda o, al menos, de ver cómo todo se va a la mierda, aunque sea ficticiamente, y de ahí nuestra fascinación por este tipo de historias. En el fondo, a más de uno nos gustaría ver este mundo destruido para empezar otra vez de cero (espero que la CIA no este leyendo esto...). Claro que, todos los que pensamos esto, también pensamos (irracionalmente) que, de suceder, nosotros seríamos uno de los supervivientes, cuando la realidad es que es mucho más probable que entre esos probables supervivientes se encuentre, no sé, alguien realmente preparado como Jesús Calleja o Frank de la jungla, más que unos patéticos urbanitas como nosotros porque... seamos sinceros: ¿cuántos de nosotros estamos realmente preparados para hacer esas cosas que serían tan necesarias tras un apocalipsis mundial como cazar, pescar, sembrar, construir y hacer funcionar un generador eléctrico, etc.? Y ya no hablemos de otras cosas como coser heridas, entablillar huesos rotos... Una de las cosas que a veces se nos olvidan cuando deseamos que se acabe el mundo es que con él se acabarían también los avances médicos, los doctores, los hospitales, la anestesia... y que cosas hoy tan vulgares como romperse un hueso o clavarse un clavo podrían volver a ser causa de muerte. Olvidémonos de la esperanza de vida a los 80 años y hola otra vez a las muertes por parto.
 
¿Sabéis que es lo que me daría más miedo de sobrevivir al fin del mundo? Que de improviso me surgiera una infección de muelas. El momento que más me impactó de la película Naufrago, la de Tom Hanks, fue precisamente ese: ahí está ese pobre hombre en una isla desierta y, repentinamente, aparece el dolor de muelas, persistente, implacable, atroz, hasta el punto de que al final tiene que recurrir a sacarse la muela a lo vivo usando una piedra y una cuña. Eso es lo que pasa cuando te duele una muela y no hay dentistas a los que acudir.
 
¡Ouch!
 
Porque lo más interesante de las historias de apocalipsis no es el fin del mundo en sí, sino lo que pasa después, cuando ya no hay médicos, ni policía, ni ley, ni nada de nada y esa es la razón de que series como The walking dead hayan conseguido tenernos enganchados durante tanto tiempo después de planteada su premisa inicial.

Así, las historias sobre el fin del mundo y lo que viene después hacen que nos planteemos interesantes preguntas como ¿cómo se organizarán los supervivientes? ¿volverá a imponerse la ley de la jungla, la ley del más fuerte? ¿seguirán siendo válidas nuestras normas morales en un mundo donde sobrevivir es lo más importante? ¿seguirá creyendo en Dios la gente? ¿qué pasará cuando las latas de comida se acaben o caduquen? (por cierto, ¿sabíais que la gasolina quedaría inservible al cabo de unos tres años o así? Así que olvidaos también de ir en coche de allí para allá).
 
Las posibles respuestas a esas preguntas son la fuente de nuestra fascinación por esas historias y más cuando resulta evidente que, con la globalización actual, sería muy fácil que una hecatombe a nivel planetario pudiera suceder. De hecho, hubo un momento de nuestra infancia, allá por los 80, en que un apocalipsis nuclear no nos parecía tan improbable. Aún recuerdo el terror que pasé ante una película que mi madre me llevó a ver al cine por aquellas fechas, El día después, que lo planteaba de una forma muy posible (y realista).
 
¡¡Quizás el film más importante jamás hecho!!
 
Hoy en día y descontando a los zombis, tampoco veo muy probable la posibilidad de un holocausto nuclear, pero ello no quita que el fin del mundo siga siendo algo muy posible. Tal como yo lo veo, las tres causas más probables por las que podría darse el fin del mundo serían éstas, por orden de probabilidad:
 
Pandemia bacteriológica. Si por algo impactó tanto la llamada "crisis del ébola" es porque, en su momento, con tanta globalización, tanto movimiento de personas, tanto vuelo low-cost... es muy fácil que una epidemia realmente virulenta se extienda a nivel global y ¿quién sabe con qué están experimentando todos los laboratorios del mundo en estos momentos? La rapidez en que una enfermedad puede extenderse es realmente rápida y según la intensidad de la misma ¿daría tiempo a encontrar una cura? ¿y qué ocurriría si los primeros en verse afectados fueran los más cercanos como el personal médico o científico? Para mí esta sería la causa más probable.
 
- Catástrofe medioambiental o cataclismo lento. Lento porque las peores consecuencias igual no las sufriremos nosotros pero sí nuestros nietos o bisnietos: la progresiva contaminación, el agotamiento de los combustibles fósiles y los recursos naturales, la desertización, el cambio climático... Todo ello ya se está produciendo pero lo peor es que todavía haya mucha gente que lo niegue y, entre ellos, los que están a cargo de todo el cotarro (y no miro a nadie, sr. Trump).
 
- Ataque terrorista. Pues sí. Como es evidente, no somos los únicos que estamos cabreados con el estado actual de las cosas, los hay que lo están más, muy cabreados. Y desesperados. Y dispuestos a todo. ¿Y cuánto tiempo pasará antes de que alguien, en un ataque de locura u odio irracional decida utilizar un arma química o bacteriológica de gran impacto (ya hemos tenido avisos ¿recordáis el ataque con gas sarín del metro de Tokyo?) o, ya puestos, a hacer detonar un arma nuclear provocando una respuesta inmediata por parte de la nación atacada y, una reacción en cadena que implique al resto del mundo?
 
Asusta, ¿verdad? Bueno, no os asustéis, de momento todo pertenece al rango de la más pura especulación y al ámbito de la ficción. ¿O no?
 
Hasta entonces, exorcizaremos nuestros miedos refugiándonos en seguros terrenos ficticios como los proporcionados por series como The walking dead y similares pero, por si acaso (sólo por si acaso), yo ya tengo en mi biblioteca Zombi. Guía de supervivencia, de Max Brooks y Abrir en caso de apocalipsis, de Lewis Dartnell . Dos completas guías de mucha utilidad. Para estar preparado, nada más.
 
 
 
Y por si también queréis estar preparados, ahí tenéis un puñado de libros (novelas de zombis aparte) que ofrecen un vistazo ante lo que se nos puede avecinar. Bienvenidos al fin del mundo:

La tierra permanece (Earth abides, 1949), de George W. Stewart. Una visión muy lírica (que no dulce) del mundo después del apocalipsis y de los intentos de un puñado de supervivientes por preservar los últimos restos de la civilización. El otro gran clásico del género postapocalíptico.
 
El día de los trífidos (The day of the triffids, 1951), de John Wyndham. El comienzo de The walking dead (y el de 28 días después y el de Ensayo de la ceguera del premio Nobel Saramago) está copiado del de este libro. Un hombre despierta en un hospital tras una operación y descubre que la mayor parte de la humanidad se ha quedado ciega y a merced de unas mortíferas plantas inteligentes pero nada tan peligroso como el propio ser humano.
 
Soy leyenda (I am legend, 1954), de Richard Matheson. Un clásico. Una epidemia bacteriológica ha hecho que muera la mayor parte de la población y que, el resto, adquiera las características propias de los vampiros. La historia nos la cuenta la última persona "normal" que queda en el mundo.

La muerte de la hierba (The death of grass, 1956), de John Christopher. Una plaga acaba con toda la hierba del mundo y todas las especies de gramíneas. Y claro, después de la hierba vienen los herbívoros y, después de los herbívoros... el hambre.
 
El mundo sumergido (The drowned world, 1962), La sequía (The burning world, 1964), El mundo de cristal (The crystal world, 1966) y Rascacielos (High rise, 1975), de J. G. Ballard. Cuatro distintas visiones del apocalipsis (un mundo desértico, otro inundado, otro donde una extraña epidemia cristaliza a los seres vivos y otro donde la gente ha formado comunidades autosuficientes en sus propios edificios de viviendas) por parte de uno de los autores más originales de la cf británica (los británicos son especialistas en este género, por cierto).
 
Mecanoscrito del segundo origen (1974), de Manuel de Pedrolo. Alba, una niña de 14 años y Didac, un niño mulato de 9 se convertirán en los padres de una nueva humanidad después de que esta haya sido arrasada. Una de las novelas más leídas en Cataluña y una de las mejores de la ciencia ficción española.

Apocalipsis (The stand, 1978, ampliada en 1990), de Stephen King. Una mutación del virus de la gripe acaba con el 95% de la población mundial. Los supervivientes a lo largo de todos los USA se irán agrupando en dos bandos, el Bien y el Mal, destinados a enfrentarse irremediablemente. El final es una caca pero el desarrollo del libro y el mundo que describe ha hecho de él otro clásico.
 
El cartero (The postman, 1985), de David Brin. Un pobre hombre sobrevive como puede tras el apocalipsis hasta que, huyendo de unos asaltantes, se refugia en una vieja furgoneta de correos abandonada. Tras cambiar sus raídas ropas por el uniforme de cartero que encuentra, la gente le toma por una muestra del renacimiento de la civilización y es que, a veces, el mejor recurso para sobrevivir es la esperanza.
 
El canto del cisne (Swan song, 1987), de Robert McCammon. Una novela muy influida por la mencionada de Stephen King que nos narra la lucha entre el Bien y el Mal enmarcada en una historia de supervivencia después de un holocausto nuclear.
 
Las torres del olvido (Drowning towers, 1987), de George Turner. El mejor ejemplo literario de lo que antes he denominado como "apocalipsis lento". Pobreza, paro y desempleo endémicos, cambio climático y agotamiento de los recursos naturales en una novela que asusta por lo verosímil del mundo que describe.

La carretera (The road, 2006), de Cormac McCarthy. Sin duda el más duro de los libros de esta lista. No apto para corazones débiles. Un padre y un hijo recorren un mundo arrasado con todas sus posesiones en un carrito de supermercado. En su camino hacia el mar se enfrentarán a todo tipo de peligros (y horrores) pero al final, por encima del horror, siempre quedará el amor de un padre por su hijo.
 
El yermo (2013), de Sergi Llauger. En una Gran Bretaña devastada, dos hermanos emprenderán un peligroso viaje en busca de su padre desaparecido, quien puede estar en posesión de un secreto que podría cambiar el mundo en que viven.
 
Estación Once (Station eleven, 2014), de Emily St. John Mandel. En una línea muy similar al libro de David Brin, un grupo de personas sobrevive yendo de asentamiento en asentamiento representando obras teatrales y musicales pero pronto se las tendrán que ver con un fanático líder religioso que ha subyugado a varios supervivientes.


Que durmáis bien.

miércoles, 14 de septiembre de 2016

Más libros que regalar a quienes creen (por error) que no les gusta la ciencia ficción



Bueno, ya estamos aquí de vuelta de vacaciones. Con septiembre empieza de nuevo el curso escolar y, como niños con zapatos nuevos ansiosos por volver al cole, reactivamos el blog. Pensaba reanudarlo volviendo al Japón y la historia de los 47 ronin pero entonces se cruzó en mi camino esta entrada de otro blog: Libros de ciencia ficción para regalar a quienes creen (por error) que no les gusta la ciencia ficción (y que os recomiendo encarecidamente que leáis haciendo click sobre el enlace) y no me he podido resistir a aportar mi granito de arena. Y es que, aunque el listado está muy bien y coincido con el autor con los libros que recomienda, creo que se queda corto y aún podrían recomendarse unos cuantos más porque, como podréis comprobar, no sólo hay ciencia ficción para todos los gustos, sino casi para cada tipo de persona:
 
 
Para fans de Juego de Tronos... Luna: Luna nueva (Ian McDonald, 2015). Porque las conspiraciones para hacerse con el poder han existido y existirán siempre, en el pasado y en el futuro lejano. Y las traiciones y las puñaladas traperas por la espalda para conseguirlo, también. En un futuro no muy lejano la luna ha sido colonizada y su explotación económica se la reparten cinco grandes corporaciones que tienen más de familia mafiosa que de empresa al uso. Una luna en la que hay que pagar por todo, por el uso de datos, por el agua y hasta por el aire que se respira. Entonces, uno de los miembros de una de esas corporaciones sufre un atentado y la lucha por el poder se desata.
 

Para los que no les gustan los libros... Fahrenheit 451 (Ray Bradbury, 1953). Qué mejor para una persona a la que no le gustan los libros que imaginar un futuro en el que los libros están prohibidos. Porque invitan a pensar. Y no sólo eso: un futuro en el que los bomberos, en lugar de apagar fuegos, se dedican a quemar libros. Pero entonces, uno de esos bomberos, Montag, decide guardarse un libro y leerlo y descubre lo que puede que descubran aquellos a los que no les gustan los libros y lean éste: que los libros a lo mejor tampoco están tan mal. Truffaut hizo una película que, aunque diferente y un poco pasada de moda, sigue teniendo su encanto.
 

 Para fans de los comics de superhéroes... Mundo de dioses (Rafael Marín, 1998). Debido a una lluvia de meteoritos, varios humanos han adquirido diversos superpoderes y hacen lo que es lógico: ¿proteger a la humanidad? Nooo. Gobernarla despóticamente desde sus mansiones en órbita y procrear con cuanta mujer u hombre les venga en gana cual si de dioses griegos se tratase. Los hijos bastardos de esos metahumanos son apartados del poder y perseguidos pero pronto las tornas van a cambiar... el profesor Rafael Marín además de escritor de ciencia ficción es especialista y guionista de comics y eso se nota.
 
 
Para románticos... Muerte de la luz (George R. R. Martin, 1977). Dirk T'Larien viaja hasta Worlon, un lejano planeta al borde de la extinción, para cumplir una promesa a Gwen, un viejo amor y, tal vez, volver a recuperarla. Sin embargo, al llegar allí la encuentra casada con alguien perteneciente a una cultura en apariencia bastante machista y que, además, permite que varios maridos compartan la misma mujer. ¿Qué hacer entonces cuando no estás de acuerdo con su modo de vida pero ella es feliz? Y todo ello en un mundo que se desmorona sin remedio a tu alrededor.
 
 
 
 
Para amantes de la fantasía... La Tierra moribunda (Jack Vance, 1950). El famoso escritor Arthur C. Clarke escribió un célebre aforismo que dice: "Para una cultura atrasada, toda tecnología lo suficientemente avanzada es indistinguible de la magia". Pues bien, aquí nos encontramos con una Tierra tan alejada en el futuro que la luna ha desaparecido, el sol está apagándose y hay brujos, conjuros, artilugios mágicos... ¿o tan sólo se trata de restos de un saber ya olvidado y casi incomprensible? Esta novela fue seguida por otras cuatro y quitará la razón a todos aquellos que piensan que los fans de El señor de los anillos no pueden serlo también de la ciencia ficción. La serie del Libro del sol nuevo, iniciada con La sombra del torturador, de Gene Wolfe, incide también en el mismo concepto.
 

Para hipocondríacos... Viaje alucinante (Isaac Asimov, 1966). Y para fans del dr. House. En plena Guerra Fría, un famoso científico que se ha pasado al bando occidental sufre un atentado que le provoca un coágulo cerebral que solo puede ser operado... desde dentro.  Para ello, un grupo de médicos es miniaturizado e introducido en un submarino para que, viajando por la corriente sanguínea, lleguen hasta el coágulo y lo destruyan. Pero sólo tienen unas horas de tiempo para hacerlo. Y hay un traidor entre ellos con el encargo de sabotear la misión... Aunque no se trata de una novela original sino de la adaptación de un guion de una famosa película, está escrita con oficio por uno de los autores más respetados de la ciencia ficción. En muchos institutos la recomiendan a sus alumnos como lectura en clase de ciencias.
 
 
Para sensibles... Crónicas marcianas (Ray Bradbury, 1950). Antes del famoso programa de telebasura del que tomó el nombre, existió este libro. El libro ideal para regalar a todos aquellos que piensan que la ciencia ficción es un género frío y demasiado cerebral, lleno de datos científicos. Por algo Bradbury es considerado el autor más poético dentro de la ciencia ficción. Se trata de una serie de relatos que nos narran la colonización de Marte pero eso no es más que una excusa para en realidad hablarnos de otros temas como el matrimonio, la familia, el racismo, la soledad o la estupidez humana entre muchos otros. En los años 80 los americanos hicieron una horrenda serie de TV basada en este libro. Mucho mejor lo hizo Chicho Ibáñez Serrador al adaptar uno de sus relatos más emotivos, La espera, en sus famosas Historias para no dormir.
 
 
Para amantes de la Historia... El libro del día del juicio final (Connie Willis, 1992). La ciencia ficción no sólo nos permite viajar hacia el lejano futuro sino también hacia el remoto pasado mediante uno de los recursos más utilizados en el género: los viajes en el tiempo. Este libro, que narra las vicisitudes de una historiadora atrapada por accidente en pleno siglo XIV durante la epidemia de Peste Negra sin duda hará las delicias de todos los aficionados a la historia medieval.
 
 
 
 
 
Para amantes de la telebasura... Incordie a Jack Barron (Norman Spinrad, 1969). Mucho antes de que la telebasura llegara y se instalara en nuestras vidas, el previsor Norman Spinrad ya criticó en esta obra el amarillismo de algunos programas de la tele. En ella, el personaje que le da título es el presentador de un popular programa de TV con millones de espectadores desde el que se dedica a fustigar sin piedad a famosos, políticos y poderosos. En esta ocasión ha puesto en su punto de mira a Benedict Howards el multimillonario director de la Fundación para la Inmortalidad Humana, un moderno proyecto que promete la vida eterna a través de  técnicas de crionización. Sin embargo, el próspero negocio esconde una realidad mucho más terrible de la que uno se pueda imaginar y Howards está dispuesto a contraatacar con todas las armas a su alcance: amenazas, extorsión, soborno... Barron pronto se de da cuenta de que igual esta vez se ha metido con el personaje equivocado. ¿A que parece profética?
 
 
Para trabajadores sociales... Flores para Algernon (Daniel Keyes, 1966). El Algernon del título es un ratoncito de laboratorio al cual se ha sometido a un experimento de incremento de la inteligencia. Ante los buenos resultados, pronto se decide intentarlo también con Charly, un discapacitado intelectual que nos va contando con sus propias palabras a través de su diario sus progresos mientras su inteligencia va aumentando exponencialmente. A medida que sus facultades intelectuales aumentan, Charly descubrirá un mundo nuevo e incluso el amor que hasta entonces le había estado negado pero también la crueldad humana de la cual había estado siendo objeto sin saberlo. Sin embargo, un día, el ratoncito Algernon empieza a demostrar claros y alarmantes signos de deterioro cerebral y Charly se da cuenta con horror de que su nuevo estado tal vez no sea permanente. Una de las historias más emotivas de la ciencia ficción y que nos hará ver a esas personas que tenemos tan cerca, con otros ojos. Dio lugar a una película, titulada Charly, gracias a la cual su protagonista, Cliff Robertson, ganó el Oscar.
 
 
Para graciosos... Bill, héroe galáctico (Harry Harrison, 1965). A los que piensan que la ciencia ficción es un género demasiado serio y sesudo habría que decirles que la ciencia ficción puede ser también un género muy divertido y lleno de humor y para ello nada mejor que esta obra de la mano de uno de los especialistas de la ciencia ficción humorística (los otros grandes maestros del humor en la ciencia ficción son Fredric Brown y Robert Sheckley). Toda una parodia tanto del clásico militarista de la ciencia ficción Tropas del espacio como de cualquier novela o película bélica que se precie, nos narra las peripecias de Bill, un torpe granjero alistado a la fuerza en una guerra intergaláctica a lo largo de la cual sufrirá desventuras diversas (entre ellas un cambio accidental de color de piel o que le trasplanten por error otra mano derecha) hasta acabar convertido, a pesar suyo, en todo un "héroe".
 
 
Para los que tienen vecinos pesados... ¡Marciano, vete a casa! (Fredric Brown, 1955). ¡Hay que ver! ¡Tanto tiempo esperando a contactar con los marcianos y cuando por fin lo conseguimos resulta que son insoportables! Unos tipos capaces de aparecer y desaparecer a voluntad, leer en tu mente todos tus secretos, colarse en todos los sitios sin problemas... ¡y lo peor es que nadie sabe cómo deshacerse de ellos! Como se puede ver, un libro muy divertido del maestro del relato ultracorto. y como muestra, un botón: "El último hombre sobre la Tierra entró en su cabaña y se sentó en su sillón. Entonces llamaron a la puerta".
 


Para perezosos... Los humanoides (Jack Williamson, 1947). Sí, para esos a los que les gustaría estar tumbados todo el rato y que se lo dieran todo hecho, que les sirvieran continuamente como a unos marajás. Aquí una raza de robots aparece para proteger y servir a la humanidad y asi acabar con las guerras y la infelicidad. Y al principio todo parece perfecto pero cundo uno descubre que, "por nuestro propio bien", prácticamente no se nos permite ni ir al baño a hacer pis sin supervisión y ya no digamos tomar cualquier tipo de decisión... la cosa ya no tiene tanta gracia (como una madre superprotectora pero a lo bestia, vamos).
 
 
 
Para vengativos... Las estrellas mi destino (Alfred Bester, 1956). Un pobre hombre es el único superviviente de un accidente espacial. Flotando a la deriva por el espacio observa como otra nave que pasa cercana le abandona a su suerte. A partir de entonces, la venganza será su única obsesión, hasta el punto de lograr sobrevivir por sus propios medios e iniciar un imparable ascenso físico, intelectual y social y descubriendo, de paso, tanto la forma de teletransportarse, como un arma capaz de acabar con toda la Humanidad, todo con el objetivo de culminar su venganza. Casi un trasunto de El conde de Montecristo en clave de ciencia ficción, esta novela que también es conocida con el título de ¡Tigre, tigre! se ha convertido, por derecho, en todo un clásico de la ciencia ficción.
 
 
Para amantes del cine negro... El hombre demolido (Alfred Bester, 1953). Novela negra (o cine negro) y ciencia ficción siempre han sido dos géneros que han casado muy bien (y ahí esta Blade Runner para demostrarlo). Esta novela tiene el honor de ser la primera que ganara el Premio Hugo, algo así como los Oscar de la ciencia ficción. En ella se nos describe un futuro en el que el crimen ha sido erradicado gracias a la existencia de una policía con poderes telepáticos. Entonces se produce un horrible asesinato y el detective telépata  Powell inicia un peligroso juego del gato y el ratón con el asesino, el multimillonario Ben Reich pues el quid de la historia está no en descubrir al asesino, sino en averiguar cómo cometió el crimen y cómo probarlo.
 
 
Para nostálgicos de los 80 y fans de los videojuegos... Ready Player One (Ernest Cline, 2011). Nos encontramos en un futuro cercano en el que reina la pobreza, el desempleo y el poder lo ostentan las grandes megacorporaciones. El único refugio de la gente es un mundo virtual llamado Oasis. Un día, el creador de Oasis, un nostálgico de los años 80, fallece y le deja toda su fortuna al que encuentre un "huevo de pascua" oculto dentro de Oasis. Lo que ocurre es que para encontrarlo a) hay que ser un experto en videojuegos antiguos y b) hay que desentrañar una serie de intrincadas pistas relacionadas con la cultura pop de los años 80. Un montón de hackers y matones de las megacorporaciones se lanzan a la caza del tesoro pero durante años nadie es capaz de resolver ni siquiera la primera pista. Entonces, un adolescente friki e inadaptado da con la solución y la locura se desata dentro y fuera de Oasis. Una novela llena de guiños y referencias al cine, la tele, la música y los juegos de los años 80 que hará las delicias de todos aquellos que crecieron con la gallina Caponata...
 
 
Para fans de Robocop (la película)... Homo Plus (Frederik Pohl, 1976). Al igual que al protagonista de la citada película, Roger Terraway, el protagonista de esta novela entra a formar parte de un experimento con el fin de colonizar Marte, para lo cual verá como su cuerpo pasa a ser sustituido progresivamente por componentes robóticos y cibernéticos. Pero, según el proceso de transformación avanza, ¿cuál es el limite en el cual Roger puede seguir considerándose un ser humano? ¿Y cómo afectará ello a su mente? Una de las primeras obras en tratar a fondo el concepto de cyborg, tan utilizado por el moderno cine de ciencia ficción.
 
 

Para los peregrinos del Xacobeo... Hyperion (Dan Simmons, 1989). Para ellos, una buena noticia: en el más lejano futuro se siguen haciendo peregrinaciones, eso sí, son un poco diferentes. En un mundo lejano llamado Hyperion se han descubierto unas extrañas construcciones bautizadas como las Tumbas del Tiempo, custodiadas por una letal criatura con el cuerpo lleno de cuchillas llamada el Alcaudón. Cada cierto tiempo se organizan peregrinaciones para visitar las Tumbas pues existe la creencia de que el Alcaudón es capaz de conceder lo que desee a uno de los peregrinos. Lo malo es que lo que espera al resto de los que no sean elegidos es sufrir una eternidad de torturas en el llamado Árbol del Dolor. Así las cosas, se nos cuenta la historia de una de esas peregrinaciones formada por un sacerdote, un cónsul, un poeta, un militar, un erudito con una hija que sufre una extraña enfermedad que la hace rejuvenecer continuamente y una detective. A lo largo del viaje, cada uno de ellos irá contándonos su historia (como en la clásica Los cuentos de Canterbury, de Chaucer) y develándonos sus secretos y las razones por las cuales cada uno de ellos está dispuesto a afrontar tal terrible destino para conseguir lo que más desean. Una obra maestra que es, además, un compendio de todos los subgéneros que engloba la ciencia ficción. Tal vez pueda parecer un poco compleja a todo aquel que se acerque por primera vez a la ciencia ficción pero no lo es tanto si uno se centra en los relatos, cada uno de los cuales se sostiene por sí mismo. Algunos de ellos como el del erudito y su hija cada vez mas joven o el de la detective y el androide del poeta romántico John Keats, una bella historia de amor, son auténticas delicias literarias.

 
 
Para capitalistas... Mercaderes del espacio (Cyril M. Kornbluth y Frederik Pohl, 1952). Una divertida sátira del capitalismo salvaje y el mundo de la publicidad. El libro describe un futuro en el que las grandes empresas comerciales ostentan todo el poder, la política ha sucumbido ante los poderes económicos, y todo está permitido en aras del beneficio económico ¿os suena? En ese mundo de supracapitalismo salvaje, en el que la sociedad está dividida entre ejecutivos, productores y consumidores, uno de los primeros, Mittchel Courtenay, un as de las finanzas y la publicidad, va a aprender, por las malas, lo que significa perderlo todo y empezar desde lo más profundo del pozo. Una novela llena de aventuras y sentido del humor pero también de una sana "mala leche".
 
 
Para pesimistas... Los genocidas (Thomas M. Disch, 1965). ¿Os sentís muy ufanos de los logros alcanzados por la humanidad? ¿estáis convencidos de que el ser humano, si se lo propone es capaz de sobreponerse a cualquier adversidad? ¿que el llamado "espíritu humano" es imbatible? Pues, adelante, leed, leed... La Tierra es repentinamente arrasada sin que lleguemos a saber nunca por quién, lo que sí sabemos es por qué: resulta que hemos sido fumigados sin consideración de ningún tipo para convertir nuestro planeta en un enorme sembradero de patatas (o lo que viene a ser su equivalente alienígena). Nunca llegaremos a saber si quien lo hizo sabía de nuestra existencia o si le importaba acaso pero nada de eso importa ya cuando los escasos supervivientes se vean reducidos, cual gorgojo patatero, a la condición de meros parásitos para poder sobrevivir.  
 
 
Para optimistas... Trilogía de la Fundación (Isaac Asimov, 1951). Y para contrapesar la obra anterior y terminar este listado con una nota de optimismo, nada mejor que hacerlo con el que sea posiblemente el autor más optimista de la ciencia ficción por su inquebrantable fe en el progreso humano y su obra más famosa, la que mejor ejemplifica ese optimismo. Un científico llamado Hari Sheldon descubre una nueva ciencia, la Psicohistoria, que, a base de mezclar la sociología, la historia y las matemáticas estadísticas, es capaz de predecir el devenir de la humanidad. Así, Hari prevé el derrumbe de la civilización galáctica y los varios siglos de oscurantismo cultural que le seguirán. Para evitarlo idea un plan: reunir la suma de todo el conocimiento humano y preservarlo en una Fundación situada en el planeta más lejano de la galaxia, Terminus. Gracias al uso de la Psicohistoria y a los mensajes grabados dejados por el propio Hari tras su muerte, la Fundación será capaz de ir sorteando todos los peligros que van amenazando con destruirla pero cuando aparece El Mulo, un mutante con enormes poderes mentales que ni siquiera el mismo Hari fue capaz de predecir, ¿podrá sobrevivir lo mejor de la humanidad? La obra con la que muchos (entre los que me incluyo) se iniciaron en el fascinante mundo de la ciencia ficción.
 
 
Pues ya lo sabéis: ¡animaos a regalar ciencia ficción! Y ahora sí, os lo prometo, en la próxima entrada nos volveremos de viaje al Japón.
 
 

viernes, 15 de julio de 2016

Biblioteca básica para ministéricos (II): Ucronías




Bueno, aprovechando que ya ha llegado el verano y antes de que yo mismo me vaya de vacaciones, vamos a seguir con la segunda parte de nuestra particular biblioteca dedicada a los ministéricos, en este caso con las obras dedicadas a las ucronías por si os apetece leeros alguna de ellas en la playa. Como son muchas voy a tratar de ser breve en mis reseñas.

Como dijimos, la ucronía es un subgénero de la ciencia ficción también conocido como "Historia alternativa" que consiste en imaginar cómo hubiera transcurrido la Historia (con mayúsculas) si un determinado acontecimiento histórico de gran trascendencia hubiera sucedido de forma diferente. Por ejemplo: qué hubiera pasado si Julio César no hubiera sido asesinado, si Napoleón hubiera vencido en Waterloo o si los nazis hubieran ganado la II Guerra Mundial, por poner tres ejemplos. La gracia del tema está en imaginar un desarrollo histórico diferente a partir de las consecuencias de ese hecho diferente o en cómo hubiera podido afectar a nuestro presente.

Ese punto de inflexión a partir del cual la Historia cambia es denominado en el argot de la ciencia ficción como Punto Jonbar. Se denomina así en honor a un personaje llamado John Barr, protagonista de un relato de ciencia ficción de los años '30 de Jack Williamson que, en un momento determinado del relato, se encuentra en una situación en la cual crea un mundo diferente si escoge un guijarro de si escoge un imán.

Para que nos entendamos: si visteis el último episodio de El Ministerio del Tiempo, el Punto Jonbar o punto de bifurcación a partir del cual la Historia cambia produciendo una Historia diferente de la nuestra es cuando Felipe II se hace con el control de las Puertas del Tiempo y del Ministerio, logrando con ello que la Armada Invencible venza a la armada inglesa, conquistando Inglaterra y perpetuándose como rey absoluto a lo largo de los siglos. A resultas de todo ello nos encontramos con un año 2016 alternativo en el cual Inglaterra nunca colonizó América del Norte sino que lo hizo España, siendo ésta desde entonces la gran potencia mundial; un 2016 en el que España nunca perdió sus colonias, en el que nunca llegamos a tener democracia porque el sistema político que sigue funcionando es el absolutismo y en el que la religión sigue teniendo un peso muy importante, en realidad determinante, en la sociedad.

Explicado en un sencillo esquema sería algo  así:


En realidad, en muchas ocasiones resulta difícil distinguir si una novela o relato pertenece al género de "Viajes en el tiempo" o al de "Ucronía" pues, en el momento en el que alguien viaja al pasado, ya está introduciendo un cambio en la Historia. Y en muchas novelas de viajes en el tiempo, el objetivo del viajero es, precisamente, cambiar la Historia (como en la última novela de Stephen King, donde el viajero pretende salvar a JFK de su asesinato) o, en otras, sus actos lo hacen aunque no lo pretendan.

En mi opinión, si la "Historia alternativa" se ha producido a causa de la intervención de un viajero del tiempo, no hay duda, sigue siendo una novela sobre "viajes en el tiempo", mientras que si la novela nos narra una "Historia alternativa" en el cual el punto de bifurcación se ha producido de manera natural sin que intervenga para ello un viajero temporal, se trata completamente de una ucronía.

Aún así, la separación entre ambos subgéneros sigue siendo complicada, como veremos.

Dicho esto, vamos con mi listado de ucronías.


Ucronías:
 
 
Lo que el tiempo se llevó (Bring the jubilee), de Ward Moore (1953)

Y para empezar, nada mejor que una de esas novelas en las que la frontera entre ucronía  y novela de viaje en el tiempo no está tan clara entre otras cosas porque lo que aquí se nos presenta es un viaje en el tiempo dentro de una ucronía. Me explico: la novela, cuyo título español homenajea una película que seguro todos conocéis, empieza contándonos la vida de Hodge Backmaker, un historiador a mediados del siglo XX en los Estados Unidos. Sin embargo, a medida que avanza la narración nos vamos dando cuenta de que algo no encaja, algo no debería ser como es y entonces es cuando caemos de que estamos en medio de una ucronía, una en la que los Estados Confederados ganaron la batalla de Gettysburg y, por ende, la Guerra de Secesión Americana y unos empobrecidos y racistas Estados Unidos Confederados se encuentran a punto de entrar en guerra con el Imperio Alemán. Entonces Hodge Backmaker tiene la oportunidad de viajar en el tiempo para estudiar el momento en que el Sur ganó la guerra y una vez allí provoca por accidente la victoria de las fuerzas del Norte. Incapaz de volver a su propio tiempo después de haberlo alterado se pregunta cómo habrá afectado la Historia y decide escribir su historia para dejar constancia del tiempo que él vivió. Uno de los clásicos de las ucronías y que convendría acompañar con el visionado de la película CSA. Estados Confederados de América, un falso documental que propone una visión similar de unos Estados Unidos alternativos con el mismo punto de partida.


 
El hombre en el castillo (The man in the high castle), de Philip K. Dick (1962)

Philip K. Dick es, sin duda, uno de los autores más originales y populares de la ciencia ficción. Y también de los más adaptados al cine. Obras como Blade Runner, Desafío Total, Minority Report, Asesinos cibernéticos, Paycheck, Infiltrado, Next, Una mirada a la oscuridad, basadas en sus obras sin contar con que otras películas como Abre los ojos, Dark city o Matrix también saquean sin complejos algunas de sus ideas, dan una idea de la importancia de éste autor dentro del género. Temas como la frágil y engañosa naturaleza de la realidad, de la propia identidad o de la memoria y los recuerdos, son una constante dentro de su obra y una de las más conocidas es sin duda esta El hombre en el castillo también adaptada recientemente a formato de miniserie televisiva. Se trata de una obra compleja (como casi todas las suyas) que transcurre en un mundo en el que el presidente de los USA, Roosevelt, fue asesinado en 1933 evitando así que el país se recuperara de la Gran Depresión y que entrara en la II Guerra Mundial con lo que las potencias del Eje ganaron la guerra y, tras ella, invadieron los USA quedando el país dividido en tres franjas: la oriental, dominada y ocupada por los alemanes; la occidental por los japoneses y la central, que goza de una cierta autonomía pero siempre bajo la influencia de unos u otros.

En la obra hay varios protagonistas, entre ellos: un espía doble alemán que viaja a la zona japonesa para advertirles de un ataque nuclear de los alemanes, un tratante de antigüedades americano que se debate en el sentimiento de culpabilidad por servir a los japoneses, y un escritor que ha escrito una obra de ciencia ficción titulada "El dia de la langosta" en la que las potencias del Eje perdieron la guerra.

En la obra tiene gran importancia el I Ching, el antiguo texto chino que se utilizaba para predecir el rumbo de ciertos acontecimientos o de decisiones a tomar pues se supone que, a resultas de la invasión japonesa, su uso se ha popularizado entre la población de los USA que lo usa de manera recurrente. Incluso el propio autor del libro Philip K. Dick dijo haberlo utilizado para decidir qué rumbo tomaba el argumento de la novela en determinados momentos.

Como se ve, una lectura compleja, llena de ideas originales y que no dejará a nadie indiferente. Ganó el Premio Hugo, uno de los máximos galardones de la ciencia ficción.




Pavana, de Keith Roberts (1968)

Una obra clásica dentro de las ucronías. En un capítulo preliminar se nos informa de que la reina Isabel I de Inglaterra fue asesinada y que la Armada Invencible venció y el Imperio Español conquistó Inglaterra (algo parecido a lo que ocurrió en el último episodio de El Ministerio del Tiempo). A consecuencia de todo ello la Iglesia católica es dominante en toda Europa y ha logrado impedir el avance de la ciencia y de la Revolución Industrial hasta bien avanzado el siglo XX. La novela transcurre en Inglaterra en los años 60, una Inglaterra preindustrial en la que los transportes todavía utilizan la maquinaria de vapor y en la que los mensajes se transmiten a través de postes de señales. El libro toma su título de una danza del siglo XVI y se trata de una sucesión de historias relacionadas con cada uno de los movimientos de dicho baile y una coda final. A través de esas historias veremos distintos aspectos de esa sociedad alternativa: un transportista que maneja una máquina de vapor, un encargado de señales, una vendedora de pescado, un monje contrario a las prácticas de la todavía activa inquisición, un aristócrata, etc. Al final veremos como, poco a poco y pese a todos los obstáculos, las fuerzas de la revolución se ponen en marcha.

 
 

En el día de hoy, de Jesús Torbado (1976)

Una novela hoy prácticamente olvidada pese a que en su momento ganó nada menos que el Premio Planeta de Novela. Aprovechando la reciente muerte de Franco y el comienzo de la Transición, muchos autores se lanzaron a escribir novelas que trataban directa o indirectamente sobre la Guerra Civil desde nuevos puntos de vista antes prohibidos por la dictadura y uno de esos nuevos puntos de vista fue el de este libro que plantea qué hubiera pasado si hubiera sido el lado republicano el que hubiera ganado la guerra en vez del lado nacional. De hecho, el título de la novela hace referencia a las primeras líneas con las que empezaba el bando final de la guerra civil y que el autor cambia convenientemente para adaptarlo al nuevo universo ucrónico en el que transcurre el libro:

"En el día de hoy, cautivo y desarmado el ejército faccioso, han alcanzado las tropas republicanas sus últimos objetivos militares. La guerra ha terminado. El presidente de la República, Azaña Madrid, 1 de abril de 1939."

A partir de ahí se sucede una trama de espionaje que implica a Franco y su camarilla en el exilio, a la Alemania nazi y a otros personajes históricos. Una muestra de que el género ya se practicó en España hace años con gran eficacia.
 
 
 
 
Watchmen, de Alan Moore y Dave Gibbons (1985)

 La obra que revolucionó el mundo de los comics de superhéroes en los años 80 llena de ironía y ácida crítica hacia los tópicos del género superheroico. Una obra que es mucho más que un comic pues las viñetas se complementan con material añadido en forma de artículos, falsos recortes de prensa, etc. que enriquecen de forma magistral la historia que se está contando. La obra se plantea el "¿Y si los justicieros enmascarados hubieran existido de verdad? ¿qué nos diría eso acerca de su psicología y de la sociedad en la que viven?" A raíz de ahí nos embarca en una realidad alternativa en la que estos justicieros pasan a ser controlados por el gobierno hasta que, a causa de un accidente nace el primer superhéroe real: el dr. Manhattan. Gracias a él, los USA ganan la guerra de Vietnam y Richard Nixon consigue seguir gobernando hasta unos convulsos años 80 en los que el mundo parece encontrarse al borde de un conflicto nuclear con la URSS. Entonces, uno de los antiguos justicieros (que habían sido apartados tras la aparición del Dr. Manhattan) descubre un terrible secreto que provocará su asesinato. Uno de sus antiguos compañeros tratará de reunir a los demás para averiguar las causas.

Una obra con múltiples niveles de lecturas que se ha convertido en todo un clásico por derecho propio. Tuvo una adaptación cinematográfica más que lograda.
 


 
 
Hitler victorioso, VVAA. Gregory Benford y Martin H. Greenberg eds. (1986)

Divertida recopilación de relatos a cargo de varios de los autores más populares del género que parte de una única premisa: qué hubiera pasado si Hitler hubiera ganado la II Guerra Mundial. A partir de ahí varios relatos algunos con premisas muy diferentes y estilos muy diversos. Mi favorito: Thor contra el Capitán América de David Brin, que saca inteligente partido a la conocida pasión de Hitler por la parapsicología y los poderes paranormales.
 


 
Patria (Fatherland), de Robert Harris (1992)
 
Otra novela que se sitúa también en un hipotético futuro en el que los nazis ganaron la Segunda Guerra Mundial (una de las temáticas más recurrentes de las ucronías, por otra parte). Harris es un conocido y eficaz autor de bestsellers (al estilo de Michael Chrischton, por ejemplo) y esta obra reúne todas las características de un buen bestseller: lectura amena y rápida, estilo literario sin florituras ni complicaciones y trama entretenida. La acción se inicia en 1964 cuando Alemania se prepara para las celebraciones del 75 cumpleaños de Adolf Hitler. Entonces un alto jerarca nazi es asesinado y el detective encargado del caso descubre que dicho asesinato encubre un monumental secreto que podría hacer tambalearse los cimientos del triunfante régimen.
 
Fue adaptada al cine con relativo éxito y protagonizada por Rutger Hauer y Miranda Richardson.


 
 
El coleccionista de sellos, de César Mallorquí (1995)

Una novela breve de uno de los autores españoles más populares y exitosos de ciencia ficción y novela juvenil. En este caso la obra conjuga la ucronía con  los viajes en el tiempo teniendo como telón de fondo la Guerra Civil Española.

Estamos en 1939 y el general Franco ha sido asesinado en un atentado a resultas de lo cual, las fuerzas republicanas están a punto de ganar la guerra. En estas, un policía persigue asesino en serie asola el Madrid castigado por la guerra en busca de tres sellos de correos que a todas luces son falsos. lo que no sabe el policía es que detrás de todo ello está en juego el poder de cambiar La Historia. Un relato escrito con mucho oficio, con una buen caracterización de personajes y con una trama llena de sorpresas que le valió a su autor dos de los premios más importantes de la ciencia ficción española: el UPC de la Universidad Politécnica de Cataluña y el Gigamesh.
 
 
 

Britania conquistada (Rule Britannia), de Harry Turtledove  (2002)

Harry Turtledove es un autor de ciencia ficción especializado en el tema de las ucronías y ésta es, sin duda, una de sus novelas más conocidas. Como en Pavana, el punto de inflexión es la conquista de Inglaterra por la Armada Invencible a resultas de lo cual en Inglaterra acaba reinando otra Isabel, la hija de Felipe II. La acción no se sitúa en un hipotético futuro como la anterior ni en nuestro presente sino en 1597 lo que da pie a la aparición de varios personajes históricos de la época, como William Shakespeare y Lope de Vega. Las intrigas se centran en el bardo ingles a quien los reyes le encargan que escriba una obra a mayor gloria de la monarquía española mientras que los rebeldes ingleses pretenden utilizarle para que escriba una que sirva para sublevar al sometido pueblo inglés.

Muy entretenida.
 


 

Tiempos de arroz y sal, de Kim Stanley Robinson (2002)

Kim Stanley Robinson es muy conocido por su monumental trilogía sobre Marte formada por los títulos Marte rojo, Marte verde y Marte azul en la que describe la futura terraformación de Marte en unas novelas de ciencia ficción con altos componentes científicos, lo que ha venido en llamarse "ciencia ficción dura". Sin embargo, en esta ocasión se aparta un poco de su especialidad para ofrecernos una ucronía  que parte de la premisa de que la Peste Negra logró acabar con la mayor parte de la población de Europa a raíz de lo cual China y el mundo musulmán se repartieron el dominio a nivel cultural del mundo. La novela está dividida en varias partes que siguen  a diversos personajes que se reencarnan sucesivamente en diversas épocas y con distinto aspecto, sexo y situación.

La novela está llena de referencias filosóficas y supone una lectura un poco densa  no apta para todos los paladares aunque el esfuerzo merece la pena. Obtuvo el premio Locus.
 


 
 
 Roma eterna, de Robert Silverberg (2003)
 
Uno de los autores más populares de la ciencia ficción de finales de los 60 y principios de los 70 (y del cual ya hemos reseñado en este blog su novela Por el tiempo) que parece haberse dedicado en los últimos tiempos también a al género de las ucronías.  El libro trata de qué hubiera sucedido si el Imperio romano hubiera logrado sobrevivir hasta la actualidad. Esta dividido en varios capítulos a modo de relatos independientes en los que nos va mostrando la evolución de ese imperio desde los años de Julio César hasta los años 70 del siglo XX.
 
Una lectura interesante que invita a profundizar más en la historia de Roma y reflexionar sobre su impronta cultural.
 


 
 
Fuego sobre San Juan, de Pedro A. García Bilbao y Javier Fernández Sánchez-Reyes (2004)
 
Otra obra que ganó, al igual que la comentada El coleccionista de sellos, el premio UPC de ciencia ficción. la obra nace del descontento de sus dos autores hacia la visión tradicional que la historiografíaha tenido del llamado "desastre del 98" y la guerra de España contra los USA y que supuso la pérdida de Cuba. Los autores sostienen que "dicha guerra hubiera podido ganarse si los militares españoles hubiesen hecho bien su trabajo" y, partiendo de ello, se plantean qué hubiera pasado si España hubiera derrotado a los Estados Unidos en 1898 dando lugar a una obra muy interesante que mezcla especulación histórica, estrategia, acción bélica y naval con viajes por el tiempo en un transfondo de ciencia ficción clásica.
 


 
 
La conjura contra América (The plot against America), de Philip Roth (2004)
 
Un autor de prestigio (su nombre suena recurrentemente para el Premio Nobel de Literatura todos los años) y que, en principio, no tiene nada que ver con la ciencia ficción va y se descuelga de pronto nada menos que con una ucronía y que, encima, supuso un cierto escándalo en el momento  de su publicación.
 
En ella, Roosevelt es derrotado en las elecciones presidenciales americanas de 1940 por el popular héroe de la aviación Charles Lindbergh de tendencias filonazis (y que la Historia ha tratado de ocultar o minimizar convenientemente). A resultas de ello y del progresivo acercamiento político de los Estados Unidos con la Alemania hitleriana, los USA no entrarán en la II Guerra Mundial y el antisemitismo se instala en la sociedad estadounidense. La historia sigue las peripecias de una familia judía que acaba siendo objeto de persecución.
 
La obra tuvo buenas críticas pero causó cierto escándalo entre los estadounidenses por reflejar esa visión tan antisemita de su sociedad y de algunos personajes de su Historia.
 


 
 
Franco. Una historia alternativa. VVAA (2006)
 
Al igual que con Hitler victorioso nos encontramos con otra recopilación de relatos pero, en este caso, de autores españoles y centrados en la figura de Franco y su entorno pero en contextos históricos diferentes al que vivimos en nuestro país. En general la antología es de un nivel más que correcto y en ella encontramos algunos relatos curiosos como Ñ de David Soriano en el que el pretendiente Carlos de Austria acaba ganando la Guerra de Sucesión española con lo que Cataluña se convierte en la seña de identidad preponderante en nuestro país que pasa a llamarse Espanya en vez de España y en el que Franco no se llama Franco sino Feliú Dabaló. Otros relatos exploran la relación de los hermanos Franco, la figura  de José Antonio Primo de Rivera o la importancia de determinados acontecimientos como el vuelo del Dragon Rapide. Si yo fuera profesor de instituto utilizaría este libro como complemento de lectura en clase de historia, sin duda.
 


 
 
Alejandro Magno y las águilas de Roma, de Javier Negrete (2007)
 
Javier Negrete es uno de los mejores autores españoles de ciencia ficción con novelas muy populares y que han merecido multitud de premios. Además, es profesor de Historia y se ha dedicado también a escribir interesantes obras , de novela y divulgación, sobre la antigua Grecia. En esta ocasión presenta una ucronía que plantea qué hubiera pasado si Alejandro magno no hubiera muestro prematuramente en Babilonia y hubiera seguido su expansión militar hacia occidente, llagando a enfrentarse con una incipiente Roma.
 
La obra describe la campaña de conquista de Italia con muchas batallas, intrigas y aventuras, narrado con el gran oficio de su autor en un tono muy ágil y entretenido.
 


 
 
El sindicato de policía Yiddish, de Michael Chabon (2007)
 
Michael Chabón es, sin duda, uno de los autores actuales más interesantes no de la ciencia ficción sino de la literatura generalista. En esta obra nos cuenta como el Estado de Israel fue destruido tras la guerra árabe-israelí de 1948 tras lo cual se creó para ellos, gracias al apoyo de los USA, otro nuevo estado situado en Alaska. Sin embargo, el asesinato de un yonqui aficionado al ajedrez amenaza con desestabilizar al nuevo Estado. La novela está escrita como si fuera un pastiche de las novelas negras de Raymond Chandler, usando todos los clichés del hard boiled y con todas las influencias propias de su autor: la literatura pulp, los comics, etc. pero todo ello escrito, además, con su portentoso estilo literario.
 
Como curiosidad, los famosos hermanos Cohen estuvieron a punto de hacer una película sobre este libro. Si aún no conocéis a este autor, dadle una oportunidad. Me lo agradeceréis.
 


 
 
Bueno, eso es todo de momento, amigos. espero que la selección os haya resultado interesante. Yo, por mi parte, me voy de vacaciones con mi particular lista de lecturas veraniegas así que estaré un tiempo fuera y nos vemos a la vuelta. ¡Que lo difrutéis!